Era afrancesado, pero nada petimetre. Parecía exquisito, seductor, ambiguo, impactante, listo, buen comunicador, superficial a ratos. Un francés chispeante que lo mismo coreografiaba para el Mariinsky que para el Folies Bergere. Roland Petit tenía previsto montar un par de coreografías para English National Ballet dentro de unas semanas; qué suerte para uno, en cierto modo, …