La valiosa conferencia organizada por la Fundación Antonio Gades para hoy en el Teatro Real de Madrid entorno al ballet Bodas de Sangre apenas ha reunido, inexplicablemente, a poco más de una veintena de personas; ha sido como una reunión de amigos en la que José Antonio –actual director del Ballet Nacional de España– ha derrochado experiencia, sabiduría, anécdotas y admiración. José Antonio se ha permitido el lujo de rectificar a la moderadora hasta en tres ocasiones y él mismo ha dado pie a que la periodista Rosalía Gómez, su compañera de mesa, pudiera mostrar una pequeña parte del profundo conocimiento que a lo largo de los años ha ido recopilando sobre Bodas y la figura de Gades.
Tenía yo dieciséis años la primera vez que vi a Antonio sobre el escenario; y fue bailando Bodas de Sangre. José Antonio, en su primera etapa como director del BNE, le invitó a bailar esta obra en el Teatro de la Zarzuela de Madrid para conmemorar el X Aniversario de la compañía. Dejó al coreógrafo ocupar su habitual puesto de Leonardo para bailar él mismo, como excepción de lujo, el papel del novio. La novia era Aída Gómez. De aquella noche puedo recordar hasta en qué butaca estaba yo sentada.
Pasaron los años; en 2002, siendo ya Maestra de Baile del BNE, Antonio Gades montaba su Fuenteovejuna en la compañía. A las pocas horas de conocernos, y al terminar uno de los ensayos, salió enérgico de la sala y aguantó la puerta abierta esperándome en el pasillo. De pronto, me espetó: “Señora, ¿a usted le gusta Bodas de Sangre?”. La sorpresa no me dejaba articular palabra. ¿Qué hacía ese hombre ahí, preguntándome qué me parecía a mí su obra maestra? Ante mi silencio, Antonio se quedó callado, bajó los ojos como avergonzado y susurró: “Claro, qué tonto… igual no lo ha visto usted nunca”. Exploté en una carcajada y ya, más relajado, me dijo: “Estoy montándolo ahora mismo en Sevilla para Compañía Andaluza de Danza y me gustaría que viniera conmigo y me diera su opinión”.
No pude acompañarle a Sevilla, aunque sí a otros lugares. Él hacía como que me escuchaba. Fui ese verano al Generalife de Granada con mi marido a ver sus Bodas, con el último elenco de bailarines preparado especialmente por él para esa obra: Miguel Ángel Corbacho, Ana Moya y Elena Algado entre los protagonistas. Un trabajo ejemplar.
Recuerdo que en esa época Antonio me contaba, sentado en el sofá granate de mi casa, cómo había grabado el ruido del galope del caballo de Leonardo golpeando él mismo dos medios cocos frente al micrófono, y cómo me decía, convencido: “Este Lorca escribía de maravilla, pero a veces tenía unas cosas… mira que meter a la Luna en la obra. ¡Si la llego a sacar al escenario, me cargo el ballet!”
Antonio llegaba como decía García Lorca de Leonardo, “como un golpe de mar”.
Pero él no se bajaba del caballo.
The priceless conference organized by the Fundación Antonio Gades and celebrated today at the Teatro Real de Madrid about Bodas de Sangre (Blood Wedding) only gathered , inexplicably, no more than twenty people; it has been like a friendly meeting in which José Antonio -current director of the Ballet Nacional de España- has showed off experience, wisdom, anecdotes and admiration. José Antonio allowed himself to correct the moderator up to three times and he even gave journalist Rosalía Gómez, his partner, the chance to display a small part of the deep knowledge that over the years she has been develloping on Bodas and Antonio Gades.
I was sixteen years old the first time I watched Antonio Gades on stage; and he was performing Bodas de Sangre. José Antonio, during his first period leading the BNE, asked him to dance this piece at the Teatro de la Zarzuela in Madrid to commemorate the Xth Anniversary of the company. The choreographer played his role as Leonardo, and José Antonio, as a high-class exception, played el novio (the groom). La novia (the bride) was danced by Aída Gómez. I can even remember the seat I took that night.
Years passed and in 2002, already as a BNE Ballet Mistress myself, Antonio Gades was staging Fuenteovejuna for the company. A few hours after we first met, and right after the first rehearsal, he left suddenly the studio and held the door widely open waiting for me, in the hallway. Suddenly, he snapped: “Señora, do you like Bodas de Sangre?.” I was shocked and speechless. What was this man doing there, asking if I liked his masterpiece? Due to my silence, Antonio stayed quiet, lowered his eyes and embarrased, he whispered: “Of course, what a fool … you haven’t ever seen it.” I couldn’t help bursting out laughing, and then, more relaxed, he said: “I’m staging it right now in Seville for the Compañía Andaluza de Danza and I would like you to come with me and give me your opinion.”
I couldn’t go with him to Seville, but I did manage to go other places. He behaved as if he were really listening to me. I travelled that Summer to the Generalife in Granada with my husband, and we watched Bodas, performed by the last cast of dancers specially coached by Gades for that piece: Miguel Ángel Corbacho, Ana Moya and Elena Algado as the leading roles. Exemplary work.
I remember Antonio those days, sitting on my deep-red couch, telling me how he recorded the sound of Leonardo’s galloping horse by hitting the two halves of a coconut in front of the microphone; and how he said, trully convinced: “Lorca was a terrific writer, but sometimes… what an idea to include the moon as a character. If I would have put the moon on stage, I would have ruined the ballet! “
Antonio came as García Lorca said about Leonardo, “with the force of the sea.”
But he never got off the horse.
Yo también vi esas Bodas en la Zarzuela, y fue maravilloso, no recuerdo mis años, me temo que algunos más…
Ánimo con este blog, creo que es la primera vez que entro en uno
Saludos desde Pucela
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Quién hubiese conocido a Gades… qué pocos Maestros nos quedan!!
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