He disfrutado mucho escuchando a Gerard Mortier. Su conversación es rica, ingeniosa, atractiva… tanto en público como en privado. Algunos días está verdaderamente brillante, y justo pillé uno de esos. Mezcla idiomas, gasta bromas, aporta guiños… y engancha con su cultura interdisciplinar y atemporal.
Su conferencia en la Residencia de Estudiantes de Madrid sobre el San Francisco de Asís de Messiaen ha convertido el edificio en un hormiguero de público entregado que después ha podido disfrutar el Quatour pour la Fin du Temps del compositor francés. Si la obra en sí es estremecedora, a mí me ha revuelto por completo. Ese cuarteto, compuesto en un campo de prisioneros de Görlitz, esconde demasiadas cosas. Puaj, por un lado, y qué bendición, por otro.
Además, la obsesión de Messiaen por los pájaros ha contribuido a mi turbación; hace un par de días tuve que contemplar a una culebra comiéndose una cría de golondrina del nido y fue un espanto. Armada con un palo, conseguí que sobrevivieran otras dos crías -al menos temporalmente, supongo- pero tuve que oír piar al pajarito desde el interior de la culebra durante un rato. Qué culpa tiene la culebra si tendrá una prole que alimentar, pensé después; y quién soy yo para culpar a la culebra de ser una culebra comepajaritos.
Qué pensaría Messiaen si supiera que su obra me ha hecho revivir esa escena y muchas más. Ha sido genial, pero me he quedado piando en el interior del cuarteto durante varios minutos.
I enjoyed a lot listening to Gerard Mortier. His conversation is rich, witty, attractive … both in public or in private. And some days he is just brilliant. He keeps mixing languages, he teases, gives codewords … engaging the audience with his interdisciplinary and wide culture.
His lecture at the Residencia de Estudiantes in Madrid about Messiaen’s Saint Françoise d’Assise turned the building into a swarm of devoted audience who enjoyed the Quatour pour la Fin du Temps afterwards. If the work itself is shocking, today I became completely upset. That quartet, composed at the refugee camp in Görlitz, was hidding too many things. Yuck, in one hand, and what a blessing, in the other.
In addition, Messiaen’s obsession with birds contributed to my embarrassment, since a couple of days ago I happened to watch a snake eating a baby swallow from the nest; it was awful. Armed with a stick, I managed to make survive two more young birds -at least temporarily, of course- but I still had to heard the little bird chirping from inside the snake for a while. What if the snake has a brood to feed, I thought then, and who I am to blame the snake for being a birdies-eater snake.
I wonder what Messiaen would have thought if he knew that his work made me revive that scene and many others. It was fantastic, but I’ve been chirping from inside the quartet for a while.