[Gentes del mundo, el coronavirus nos ha encerrado. Pero no sólo no podrá con nosotros, sino que vamos a aprovechar el encierro al máximo. Aquí va mi idea del día.]
Está muy bien lo de hacer tú solo una barra en casa agarrado al sofá o al fregadero como estamos haciendo todos estos días, pero está mucho mejor tomar una clase con ese maestro de toda la vida, el que te conoce bien y sabe si te vas a caer antes de que siquiera empieces el paso. Y si encima estás con tus compañeros de siempre, mejor todavía.
Cuando el famoso maestro Asaf Messerer cumplió 80 años, sus alumnos de toda la vida -o sea, el Ballet Bolshoi- tomaron una clase con él en el escenario, a vista del público. Ahí están todas las estrellas: Nina Timofeyeva, Mikhail Lavrosky, Nina Annaniashvili, Andris Liepa, Vyacheslav Gordeyev, Alla Mikhalchenko, Ludmila Semeniaka, Nadezha Pavlova, Ekaterina Maximova (y sus pies), Vladimir Vassiliev (y sus manos)… y un sin fin de gente. Repitiendo una vez más los pasos de Messerer, ensayando sus solos… y sabiendo las correcciones que les caerían al día siguiente, en privado.
[People of the world, the Coronavirus has locked us up. But not only will it not be able to take us, but we will make the most of the lockdown. Here’s my idea for the day.]
It’s all very nice to do barre at home by yourself, holding onto the couch or the sink as we are all doing these days, but it’s much better to take a class with that lifelong teacher, the one who knows you well and can predict when you are going to fail before you even start the step. And if you’re with your regular colleagues, even better.
When the famous ballet teacher Asaf Messerer turned 80, his lifelong students – that is, the Bolshoi Ballet – took a class with him on stage, in full view of the audience. There are all the stars: Nina Timofeyeva, Mikhail Lavrosky, Nina Annaniashvili, Andris Liepa, Vyacheslav Gordeyev, Alla Mikhalchenko, Ludmila Semeniaka, Nadezha Pavlova, Ekaterina Maximova (and her feet), Vladimir Vassiliev (and his hands)… and countless others. Repeating once more Messerer’s steps, rehearsing their solos… and guessing the corrections that would come the next day, in private.
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