Había olvidado cuánto me gusta ir a Carnegie Hall. Me encantan la acústica, las butacas, el precioso arco de proscenio y las bombillas de bajo consumo escondidas en lo alto. También las páginas autógrafas de Berlioz, Massenet, Yves o Liza Minelli -así, al retortero- colgadas en los pasillos.
Esta vez fui a escuchar a Natalie Dessay; qué bendición de voz, de presencia, de elegancia y buen gusto. Ignoro quién le habrá hecho el maravilloso vestido que lucía, pero estaba gloriosa con esa sobrefalda de seda negra sobre enagua fucsia. Si arrasó con Alban Berg y Ravel, a mí me knockeó con el andante del Concierto para soprano y orquesta de Glière. Qué barbaridad, ella y la orquesta del Met, con Luisi a la cabeza, que sustituía a Levine; ay, la espalda, esa dichosa espalda, Maestro.
De pronto recordé que la vez anterior que había ido a Carnegie, fue por obra y gracia de Plácido Domingo, que participaba en una Gala allí celebrada. Ni recuerdo lo que cantó, ni porqué, ni con quién; sí me acuerdo, perfectamente, de que esa noche cené comida china en mi sofá, con Coca-Cola y muchas risas.
Era “beef with broccoli”
, comprado en Blecker esquina con Mulberry St.
Memoria selectiva, creo que se llama mi problema. Glups.
I had forgotten how much I like going to Carnegie Hall. I love the acoustics of the auditorium, the seats, the beautiful proscenium arch, and even the low-cost lights hidden at the ceiling. I also love the handwritten pages by Berlioz, Massenet, Yves or Liza Minell, all mixed up in the walls of the corridors.
This time I went to listen to Natalie Dessay; what a blessing of voice, acting, elegance and good taste. I don’t know who designed the wonderful outfit she was wearing, but she looked gorgeous in that black satin dress with fuchsia underskirt. She sang beautifully Alban Berg or Ravel, but I was shocked with the andante from the Concerto for soprano and orchestra by Glière. Good Lord, her voice and the Met orchestra, led by Luisi, who was replacing Levine. Too bad, that back pain, Maestro.
Suddenly I remembered the last time I attended to Carnegie Hall; Plácido Domingo was singing in a Gala. I can’t remember what he sang, why or with who, but I do remember perfectly of myself having chinese food for dinner that night, on my couch, with Coca-Cola and lots of fun.
It was beef with broccoli that I got right in the corner of Blecker and Mulberry St.
Selective memory, that’s how my condition is called. Glups.
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