Uno tiene que elegir entre hablar o callarse cuando es agredido. Personalmente, soy de los que prefieren mirar para otro lado y como mucho echarme unas risas con las amigas. No porque vaya de estupenda, sino porque creo firmemente que la indiferencia, a la larga, es mucho más poderosa y destructiva que la pataleta. Hoy, sin embargo, aplaudo a alguien que ha levantado la voz, y sobre todo porque es una voz estupenda. Oh, yes.
Plácido Domingo ha mandado una carta al Washington Post. Lo ha hecho por primera vez, -como él mismo afirma- en su carrera de “50 años como cantante y casi 40 como director”. La misiva, precisamente por su brevedad, no tiene desperdicio. Por lo visto, una crítica le ha acusado, sin más, de “sabotear” una Tosca de la Washington National Opera, desde el foso.
Como él afirma en su carta, siempre se ha tomado “las críticas como lo que son, (…) opiniones personales y puntos de vista”; pero de esta crítico -refiriéndose a quien la escribió- dice Domingo que “ha cruzado la linea entre la opinión razonablemente objetiva” y lo que parece ser -voy a emplear sus propias palabras en inglés- “open animosity”. Pues bueno, qué puedo decir… No conozco a quien la escribió, pero resulta que sí conozco a Plácido, y además desde hace bastante tiempo. No es tan fácil hacerle saltar así.
Mi opinión es que lo del “sabotaje” no es gracioso ni ingenioso en absoluto, incluso si lo que se pretende es descalificar la capacidad de Domingo para liderar una orquesta, algo que respeto, faltaría más. Escribiendo algo así -y ahora voy a entrar yo al trapo- se demuestra, o bien que se desconoce y/o minimiza el significado de la palabra “sabotaje” -que como bien indica el cantante, implica un acto “destructivo e intencional”- o bien que no se tiene ni idea de quién y cómo es Plácido Domingo. Hay que recordar, y esto me lo digo a mí misma con frecuencia, que a veces escribiendo se nos van los dedos por delante de la sensatez.
Cierto es que a estas alturas, poco ha de demostrar Domingo, y sí mucho, todavía, nos queda los demás. Sería absurdo que ahora me pusiera a defender su carrera, ni tampoco su generosidad, de la que doy fe. Pero vamos, lo del “sabotaje” merece, como mínimo, unas risas hoy mismo en una terracita madrileña, y la carta de Plácido, un brindis, la semana próxima, al otro lado del charco.
When you’re attacked, you have to choose between speaking up or keeping quiet. Personally, I prefer not to pay too much attention and maybe laugh about it with my friends. It’s not that I think I’m so cool… but I firmly believe that indifference is, in the end, a much more powerful and destructive weapon than a childish tantrum. Today, however, I applaud someone who has raised his voice, especially because this is a great voice. Oh, yes.
Plácido Domingo has sent a letter to the editor of the Washington Post. For the first time, he says, in his career of “50 years as a singer and nearly 40 as a conductor”. The letter, just because it’s very short and clear, turns out totaly convincing. Apparently, some critic stated that his conducting -please listen carefully- “sabotaged” from the pit a performance of Tosca by the Washington National Opera.
As Domingo explains in his letter, he has always taken “critic’s reviews for what they are, (…) personal opinions and points of view,” but this music critic “has crossed the line between reasonably objective criticism and what appears to be open animosity”. Well… I don’t know the person who wrote this review, but I do know Plácido, and have known him for a long time. It’s not so easy to make him react like that. We must remember -and I say it to myself very often- that when we’re typing, our fingers move faster than our good sense.
I don’t think it’s funny or witty at all to use the word “sabotage”, even if the aim of the critic is to disqualify his ability to lead an orchestra, which I respect pretty much, by the way. Writing something like that -and now it’s my turn- shows, that either she doesn’t known and/or minimizes the meaning of the word “sabotage” (the singer explains in his letter that this word involves a “destructive act done on purpose”) or she has no idea of who and how Plácido Domingo is.
It is true that at this point, Domingo has nothing to demonstrate to the world, but we all still have a lot to. I’m not going to explain his artistic career, nor his generosity, which I can certify myself. But hey, that “sabotage” deserves at least a good laugh this evening with my friends in Madrid, as Plácido’s letter deserves a drink next week, when I’m at the other side of the ocean.
* Photo Plácido Domingo © Jose Zakany.
Felicidades a Plácido por la valentía de su carta y a ti por el post. Cuánto daño hacen los críticos muchas veces sin ser conscientes de su responsabilidad. Yo por eso no escribo crítica, me parece tannnn difícil…
LikeLike
Pues sí, los “buenos” a veces deben hablar y neutralizar a los mediocres e improductivos o el mundo será de ellos…
LikeLike